La sanción de la FIFA al jugador uruguayo acabo de rebajar su caché por lo menos a la mitad. En dos años, Suárez ha pasado de ser un buen jugador a devaluarse, a completar una excepcional temporada y ser pretendido por todos los clubes y a ver de nuevo su valor de mercado reducido.
El mordisco, demuestra la falta de inteligencia del jugador y además rebaja sustancialmente su imagen de marca, algo que hoy en día es fundamental para muchos clubes. No solamente es posible que el jugador deje al equipo con uno menos en un partido clave, sino que es posible que marcas multinacionales no quieran asociar su nombre al de Suárez.
Dicho esto, y sosteniendo siempre que yo siempre quiero en mi equipo a jugadores inteligentes, no deja de parecerme todo lo que gira en torno a la FIFA mucho de espectáculo público. Una suerte de circo mediático televisado.
Me explico. Que la acción de Suárez es indigna y sancionable es algo poco discutible. Pero que el límite no está bien trazado no lo es. ¿Es mejor un codazo a un mordisco? ¿Y una patada alevosa, un pellizco, un arañazo…? Se sanciona una acción aunque el árbitro no la pitó, ¿pero eso se hace siempre o solamente cuando lo captan las televisiones? ¿En qué casos?
Todas esas preguntas no tienen respuesta, y la FIFA, como la UEFA y la Federación española de fútbol, tres instituciones sinónimo de opacidad y mal funcionamiento, actúan por impulsos, con Comités designados al efecto, sin normas claras establecidas.
En este caso le ha tocado a Suárez, por ser su mordisco televisado en todo el mundo y por ser reincidente, pero a menudo se ven decenas de acciones más violentas y peligrosas para los futbolistas que no se sancionan siquiera por el árbitro, y que por supuesto también se sancionan a posteori. El rearbitraje de los partidos, es por tanto selectivo, y eso es sin duda algo peligroso. O se tiende a la máxima de que todo lo que pasa dentro del campo se queda en el campo o por el contrario se abre la vía a rearbitrar los partidos, pero siempre con las normas preestablecidas.
Lo que no es de recibo es una fórmula mixta. Yo personalmente siempre he abogado por un arbitraje tecnológico, que permita arbitrar durante el partido todas las jugadas, gracias al uso de la tecnología. Limitar los errores arbitrales, juzgar al instante gracias a los múltiples avances que existen hoy en día, y ya, con la jugada sancionada emitir sanciones en función de la gravedad. Eso sí, prefijando previamente las normas de conducta y sus castigos.
No hacerlo supone un riesgo para el fútbol, con equipos más pequeños como Uruguay, sometidos al escarnio público de una FIFA siempre muy influenciable por los medios.
El mundial pierde a una de sus máximas estrellas, Uruguay cualquier posibilidad de llegar lejos y la FIFA se encuentra con la excusa perfecta para imponer sus normas. Nada bueno en mi modesta opinión.